miércoles, 24 de septiembre de 2014

El Poder, algunas cuestiones!


EL PODER

Algunas interrogantes que pueden aclarar nuestro visión acerca del Poder.

2. ¿De qué depende el poder?

Según Warren Bennis define el poder como “la energía básica necesaria para iniciar y continuar una acción… la capacidad para traducir intención en realidad y continuarla”.
Así mismo Manuel Barroso dice que el poder “es energía que se mueve hacia objetivos definidos”. Esta definición de poder está alejada de los estereotipos que definen el poder en función de la posición e investidura legal, para definirlo con una competencia personal. Como la capacidad para movilizar la energía propia hacia objetivos y visiones personales y organizacionales. Esta habilidad no puede faltar en el ejercicio del liderazgo.

Nos damos cuenta que para ejercer poder debe haber un objetivo en común para poder influenciar  sobre los otros, la dependencia es el principal concepto cuando hablamos de poder, esta aumenta a medida que el control sobre el individuo es significativo, escaso e irreemplazable. Además de características que son propias de un líder, comunicación, valores, compromiso, con sensibilidad y empatía etc.


             Ing. Villanueva – clase

4. ¿Cuál es la relación entre poder y Liderazgo?

Un  poder ejercido sin liderazgo deviene en coerción, manipulación y autoritarismo; pero el poder puesto al servicio del liderazgo es transformador.
El poder sin el liderazgo como vehículo de expresión, carece de influencia real y duradera; logra adhesión, pero por miedo, sin convicción y compromiso. Podemos argumentar, como lo dice W. Bennis: “El liderazgo es el recto uso del poder”.
Sir Gordon Brunton a su vez define el liderazgo como “el uso inteligente y sensible del poder”.
El ejercicio del poder que genera liderazgo no es el que viene por la investidura del puesto, sino por el modelaje, el desarrollo de competencias comunicacionales asertivas, la habilidad para la resolución de conflictos y la negociación, y el enfoque y la acción dirigida al logro de los objetivos organizacionales, sin perder de vista la necesidades de las personas. Este ejercicio desarrolla poder personal.
Si las habilidades comunicacionales del líder son limitadas, si su capacidad para envisionar un futuro mejor es miope, si sus competencias para el trato interpersonal son deficientes, si su resolución para permanecer fiel a unos valores bien metabolizados y arraigados no es firme; entonces, cuando vengan los momentos de crisis, se sentirá presionado a recurrir a la fuerza, a la manipulación, a la coerción y al control para conseguir los resultados planteados; en vez del dialogo, la participación, el trabajo en equipo y la conciliación de intereses.







Aprender a usar el poder para liderar, vale decir, generar influencia para conseguir resultados con base a objetivos compartidos, requiere aprender a usar la capacidad de movilizar la energía propia hacia esos objetivos compartidos definidos, con el fin de transformar el entorno, lo cual demanda el desarrollo de destrezas y habilidades para el liderazgo. El desarrollo de la capacidad para liderar, provee a la persona de la estructura, el sentido y la orientación para que exprese su poder hacia el logro de los resultados propuestos. Ahora, desarrollar liderazgo como vehículo de expresión del poder personal, es un proceso. Crecer en liderazgo implica un proceso de crecimiento personal, que se relaciona con la formación y el desarrollo del carácter, que se forja desde adentro hacia fuera, desde la claridad de los procesos personales del líder, desde la conciencia de su interioridad.
El poder ejercido utilizando el liderazgo como vehículo de expresión se expresa bajo la filosofía de servicio, concediendo honor y respeto al otro. Este es el poder que apela a los valores y convicciones de los demás. Este poder conduce a una influencia duradera; y sus resultados son la sinergia y la interdependencia; el fomento del autocontrol, la autonomía y el trabajo en equipo.

6. ¿Cuáles son los factores que contribuyen al comportamiento político?

La pregunta que los líderes latinoamericanos necesitan hacerse hoy es ¿de dónde proviene la energía (el poder) para obtener lo que desea del ambiente: de afuera o de adentro de él? El poder puede provenir de afuera, de la investidura legal, de la jerarquía organizacional, de la posición. Cuando el poder se ejerce en dependencia o como expresión exclusiva de la jerarquía, el poder está alienado, divorciado de la conciencia de la vida interior. Por el contrario, cuando la fuente del poder, proviene de la vida interior del individuo, este es un poder expresado desde adentro hacia fuera, pleno de presencia o vida interior. Esa es la diferencia entre los líderes cuyo poder se expresa, al estilo maquiavélico, como una perversión del verdadero liderazgo, y los líderes con poder por presencia, vale decir, líderes que expresan su energía libre y plenamente, con autenticidad, con creatividad, con visión y con sentido de responsabilidad. Acertadamente lo expresa Manuel Barroso: “Sin vida interior el poder es un arma mortal”.

Liderazgo y poder se implican recíprocamente. Liderazgo y poder están intrínsecamente relacionados. Uno no puede existir sin el otro. El poder es el fundamento de cualquier forma de liderazgo. Sin poder no hay liderazgo, pero el ejercicio del liderazgo que tienen como base un poder alienado, es peligroso y destructivo; es la negación del liderazgo.
Podemos decir que el liderazgo es el canal a través del cual el poder mejor se expresa. Cuando el poder se expresa consciente del impacto que éste es capaz de producir en otros, con verdadera delimitación de los derechos y necesidades propias y de los demás; cuando el poder se expresa con clara conciencia de su uso, como consecuencia de tener claridad de la propias necesidades y las de los otros, y de estar orientado a la satisfacción de éstas, el poder, entonces, fluye como expresión libre, plena y auténtica de la vida interior del líder, sin fachadas, ni estereotipos, ni pretensiones ególatras y mezquinas, ni necesidad de demostrar dominio o someter a otros, ni de ejercer control a ultranza. El poder, entonces, es energía – combustible – para el liderazgo transformador.

Cuando el poder se expresa también con genuino compromiso, con sensibilidad y empatía, con profundo respeto y honra hacia los demás, el uso del poder conlleva a ganar liderazgo y generar influencia que redunda en el logro de objetivos compartidos. El poder, entonces, fluye como energía creativa que moviliza, con enfoque y congruencia, todos los recursos internos (talentos, habilidades, experiencias, emociones, conocimientos, etc.) para el logro de objetivos comunes. El liderazgo se convierte de esta manera en un vehículo para la contribución, el servicio, la acción transformadora, el canal para el aporte a la satisfacción de las necesidades de los demás y el cumplimiento de los objetivos organizacionales. El liderazgo visto así, se define como el uso ético y responsable del poder, que se ejerce con integridad, con respecto al otro y convicción a los propios valores asumidos como principios de vida. El liderazgo, entonces, como lo expresa Warren Bennis, “es el recto uso del poder”.

Referencias:
Bibliografía,

  1. Warren Bennis, Lideres, 1989
  2. Blaine Lee, El principio del poder, 1997
  3. H.B. Karp, Guía para el Líder del Cambio, 1996
  4. John Adair, Líderes, No Jefes, 1990
  5. Manuel Barroso, Autoestima: Ecología o Catástrofe, 1987
  6. Manuel Barroso, Meditaciones Gerenciales, 2005
  7. Joseph Quigley, Liderazgo en Acción – Visión, 1997

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