domingo, 26 de marzo de 2017

Globalización y Desglobalización

Globalización

Los jóvenes no saben lo que fue “el borne”: illo tempore, conseguir un teléfono era un drama, que dependía de algo misterioso llamado borne. Si no tenías un borne estabas frito y acceder a uno era flor de transa. Nunca alguien había visto un borne, pero todos sabíamos que era fundamental. 
Hoy existe la globalización, pocos la entienden, pero todos saben que es fundamental. 
¿Por qué se dio esto de la globalización? ¿Es la primera vez que ocurre? ¿Qué significa?

En cierto discurso, la globalización es una suerte de maquinación, inventada por unos perversos, para forrarse a costa de las masas. Suena a discurso popu-progre, pero ya no se escucha sólo de los Maduros, Morales y Mujicas. En algo así creen los Brexiters y los Trumpers, para mencionar sólo los más recientes campeones de la antiglobalización. 
Pero si no fueron los yanquis y los europeos, ¿quién la inventó? Pues, nadie. La globalización nació sola. No es el designio de nadie.

Tampoco es la primera vez que ocurre un fenómeno así. No igual, pero sí del mismo sentido. Los casos más recientes son el de la globalización comercial, en la segunda mitad del siglo XIX y, en menor medida, la globalización cambiaria, ocurrida unos cien años después.

En ambos casos, la sumatoria de ciertos factores (industrialización, avances en las comunicaciones, relativa paz, liberalización, etc.) hacen que, en determinado momento, deje de ser una mera sumatoria para pasar a configurar un fenómeno con características y dinámica propias.

Nadie lo fabricó ex nihilo. Es la consecuencia de muchas causas. Tampoco puede creerse en las teorías conspirativas que lo imaginan como el producto de la angurria de banqueros y/u otra fauna similar.

Cuando Trump y Evo Morales patalean por lo mismo, hay que pensar por qué.

Lo que está ocurriendo es una expansión formidable de decisiones económicas y comerciales que sobrepasan la mayoría de las categorías y limitaciones preexistentes. No es que todo se puede hacer en todos lados, pero casi. Como que no hay límites para la imaginación empresarial.

No es meramente un fenómeno financiero maquinado por especuladores. La globalización financiera quizás sea la más visible (más temida y más odiada), pero la globalización no se agota en ella (y no será controlada a partir de manear al mundo financiero). No es sólo la plata la que se mueve en busca del mejor hábitat.

                                                                                 tomado del Diario El Pais de Uruguay

                                                                                             IGNACIO DE POSADAS

                                                             ABOGADO,EX MINISTRO DE ECONOMIA URUGUAYO

Desglobalización 

El sociólogo francés Herbert Marshall McLuhan sugirió, en 1962, la idea de una “aldea global” (“Global Village”), que es generalmente empleada para definir el fenómeno de la “globalización”. De manera similar, el filósofo francés Paul Valery escribió, en 1945: “Ahora comienza la era del mundo finito”, describiendo de esta forma la manera cómo la globalización es generalmente concebida en la actualidad. Asimismo, es posible encontrar diversas descripciones similares de un “mundo global” en la literatura del siglo XIX.

La “desglobalización”, por su parte, es un término acuñado por Jacques Sapir, en su obra “La démondialisation”, en la cual, en suma, desarrolla la posibilidad de un proteccionismo por agrupaciones de países con un nivel de desarrollo similar, sobre la base del entendimiento que la globalización –en sus dimensiones comercial y financiera– no ha permitido el crecimiento económico. Para Sapir, la globalización serviría para hacer creer en falso un desarrollo del comercio, en virtud de la explosión de grandes grupos de centros de producción, del desarrollo de la tercerización y la deslocalización de al menos una parte del proceso de producción. Este desarrollo artificial del comercio ha permitido una presión muy fuerte sobre los salarios en los países desarrollados.

En el aspecto financiero, los países en desarrollo, a partir de Bretton Woods, no se han beneficiado del aparente desarrollo de las economías occidentales, en tanto se vieron obligados a preservar el equilibrio de su balanza de pagos, maximizando las exportaciones para compensar la necesidad de acumular reservas en el contexto de tipos de cambio flotantes. El desarrollo económico se ha orientado, de esta manera, hacia el exterior y no al aumento de la riqueza ni el bienestar dentro de estos países. En consecuencia, la globalización favorecería únicamente a una minoría más o menos extensa que acapara cada vez más una mayor parte de la riqueza creada.

Entonces, la “desglobalización” podría definirse como un retorno a fuertes reglamentaciones financieras, que graven particularmente los movimientos de capitales a corto plazo, y a reglas que aseguren que la competencia se produzca, no entre sistemas sociales diferentes, sino entre sistemas sociales comparables. También pasaría por implementar reglas sociales y ambientales más avanzadas, así como destinar el nuevo exceso de la recaudación tributaria y aduanera a tales fines. Esta sería la única manera de luchar contra los daños del libre comercio. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja, e implica, entre otros factores, la interdependencia de las economías.

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