Motivo y motivación: ¿Qué nos mueve a actuar en todo momento?
Mario Acosta Dávila Profesor del Área de Gobierno de Personas Publicado en Revista Stakeholders Playas No.33, marzo 2015 |
Para entender el cómo y porqué una persona decide tomar una acción frente a otra, es necesario profundizar en los conceptos de motivos y motivación; el primero como razón que da origen a la acción y el segundo como una fuerza que mueve a la persona a realizarla. Motivos y motivación son dos conceptos diferentes pero complementarios; además, son claves para entender la acción humana en las organizaciones y, por tanto, imprescindibles para el día a día de un directivo que quiere dirigir bien.
¿Qué es un motivo?
De manera sencilla se puede definir motivo como aquella realidad que es capaz de proporcionar satisfacciones a una persona; por su parte, las satisfacciones tienen
diferentes niveles: nivel psico-corpóreo (motivos extrínsecos), cognoscitivo (motivos intrínsecos) y afectivo (motivos trascendentes). Las personas hacemos nuestras elecciones, buscando alcanzar motivos que mejoren la situación en la que nos encontramos; sin embargo, no siempre acertamos, por ejemplo cuando las satisfacciones anticipadas
(previstas antes de elegir) superan a las satisfacciones reales (obtenidas después de elegir); en este caso nos llevamos un “chasco” y, precisamente esta situación (o situaciones, si se repite), debería hacernos reflexionar acerca de la manera como estamos decidiendo: ¿lo hacemos empleando nuestra racionalidad? o ¿lo hacemos de manera espontánea?. Para entender esto último, necesitamos abordar lo relativo a la motivación.
De manera sencilla se puede definir motivo como aquella realidad que es capaz de proporcionar satisfacciones a una persona; por su parte, las satisfacciones tienen
diferentes niveles: nivel psico-corpóreo (motivos extrínsecos), cognoscitivo (motivos intrínsecos) y afectivo (motivos trascendentes). Las personas hacemos nuestras elecciones, buscando alcanzar motivos que mejoren la situación en la que nos encontramos; sin embargo, no siempre acertamos, por ejemplo cuando las satisfacciones anticipadas
(previstas antes de elegir) superan a las satisfacciones reales (obtenidas después de elegir); en este caso nos llevamos un “chasco” y, precisamente esta situación (o situaciones, si se repite), debería hacernos reflexionar acerca de la manera como estamos decidiendo: ¿lo hacemos empleando nuestra racionalidad? o ¿lo hacemos de manera espontánea?. Para entender esto último, necesitamos abordar lo relativo a la motivación.
¿Qué es la motivación?
Siguiendo la línea de lo simple, podemos decir que motivación es el impulso a elegir una acción, producto de la evaluación que hago acerca de lo conveniente o inconveniente (motivación racional) y de lo atractivo o no
atractivo (motivación espontánea) que puede resultar dicha acción. Según estos temas, las acciones podrían
clasificarse de esta forma:
Siguiendo la línea de lo simple, podemos decir que motivación es el impulso a elegir una acción, producto de la evaluación que hago acerca de lo conveniente o inconveniente (motivación racional) y de lo atractivo o no
atractivo (motivación espontánea) que puede resultar dicha acción. Según estos temas, las acciones podrían
clasificarse de esta forma:
Un buen directivo, debe ser capaz de determinar la conveniencia o no de una acción; así como de determinarse por ella, a pesar de no resultarle atractiva. Ambos componentes, racionalidad y virtualidad, definen el grado de autocontrol que posee un directivo, entendiendo autocontrol como la capacidad de auto determinarse, es decir de ganar en libertad fruto de elegir y ejecutar acciones buenas.
El sentido común nos permite descubrir que las satisfacciones afectivas son mejores que las cognoscitivas y éstas mejores que las psico-corpóreas; aunque por lo general las tres siempre están presentes en todas las acciones; sin embargo, lo relevante de ello es el peso que le damos a cada tipo de satisfacciones al momento de elegir una u otra acción. Es de aquí que nace el concepto de calidad motivacional de una persona, que no es otra cosa que el tipo de motivación y de motivos por el que suele tomar decisiones una persona.
Llegados a este punto y teniendo muchas cosas más por desarrollar, podemos concluir que para un directivo saber sobre motivos y motivación no es una cosa ornamental sino fundamental.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario